Última jornada del Low. Pese al calor, el hecho de que sea domingo y el cansancio acumulado (las tiendas de campaña no son precisamente el alojamiento más cómodo y que más agradezca nuestra espalda), la cantidad de conciertos apetitosos del día nos hace llegar al recinto a primera hora, y es que al fin y al cabo hemos venido hasta aquí por la música.
La jornada comienza con otro grupo nacional de cuyo directo he disfrutado ya en más de una ocasión pero no es una opción perderse. Se trata de Mucho, a quienes, por cierto, los festivales parecen tener la manía de poner a las horas más intempestivas. Aun así, no fuimos pocos los festivaleros que acudimos a su cita a las siete de la tarde, con el sol de frente, en el Escenario Ron Matusalem: la ‘mandanga cósmica’ de Mucho siempre viene bien. Dieron un verdadero espectáculo con los temas de su nuevo disco, Pidiendo en las Puertas del Infierno. Los sintetizadores se adueñaron de Benidorm mediante los temazos que son canciones como ‘Nuevas Ruinas’, ‘Fue’ (mi personal favorita). Martí se paseaba por el escenario, micrófono en mano y cubierto por una manta zamorana, mientras los demás músicos se afanaban frenéticamente sobre sus instrumentos, mención especial para el guitarrista (reciente incorporación), Emilio Saiz, a quien ya hemos bautizado como el tercer hermano Greenwood y que no deja de sorprendernos con su maestría a la guitarra, equilibrando así la vorágine de sintetizadores y teclados del grupo.

Mucho en Low Festival 2016 por Lola López
Llegaba el turno de Xoel López en el Escenario Budweiser y el que acabó siendo uno de los conciertos más sorprendentes del festival. El de Xoel era uno de los conciertos que más ganas tenía de ver del festival debido a que ver al gallego sobre el escenario siempre te saca una sonrisa y te hace bailar con el buen rollo que destilan sus canciones, sus ritmos étnicos y populares, y nuestras expectativas fueron superadas con creces. Al entrar al recinto, nos encontramos con un Xoel suelto sobre el escenario arropado por su banda. Los músicos se atrevieron con todo, dando giros innovadores y frescos a las canciones tanto de la etapa Deluxe (no pudieron faltar ‘Que no’ ni ‘Historia universal (el amor no es lo que cuentan’) como de la etapa en solitario. Vimos improvisación en interludios musicales que nos hicieron bailar, solos de guitarra en los que Xoel demostró el dominio sobre su instrumento, e incluso fusiones de unas canciones con otras. No exagero al afirmar que este directo ha encontrado un puesto en mi top de mejores conciertos, pero por si no me creéis, podéis escucharlo completo aquí: un podcast vale más que mil palabras.

Xoel López en Low Festival 2016 por Lola López
Carlos Sadness no es una opción, así que decidimos reponer fuerzas y explorar las zonas del recinto por las que aún no nos habíamos paseado. En el Escenario Wiko están sonando Badlands, un grupo que no conocíamos pero que no suena nada mal, así que habrá que estudiarlos en casa. Por su parte algunos compañeros se aventuran al concierto de 091, pero sus impresiones no son claras. Al pasar por el escenario Jägermusic me encuentro con el eterno remix del ‘Toro’ de El Columpio Asesino que no puedo creerme que solo haya escuchado una vez en todo el festival.
La curiosidad nos lleva de vuelta al Escenario Wiko, donde va a dar comienzo el concierto de Pablo Und Destruktion. Esta fue la propuesta más interesante y diferente de los conciertos que vi en el festival. Pese a que no tocara ‘A veces la vida es hermosa’, Pablo no nos dejó indiferentes. Unas luces bastante lúgubres acompañaban la intensidad de sus canciones, hipnotizándonos entre sus letras crípticas, los arreglos que la violinista aportaba a los temas mientras baila frente a un foco y alguien toca una guitarra acústica como si de un cello se tratase a la derecha del escenario. Una pena que el sonido de los otros escenarios que estaban activos se colara en la zona de este, ensuciando el ambiente que crean las canciones de Pablo Und Destruktion, pero aun así algunos de sus temas consiguieron ponernos la piel de gallina con su estilo tan único y dolido.
Me gusta cerrar los festivales, a ser posible, con un grupo que me guste especialmente. De este modo, me aseguro que me quede buen sabor de boca. Con el Low fue fácil poner en práctica esta técnica. Miss Caffeina y The Kooks han vivido la misma evolución, a mi parecer, y mientras sus primeros trabajos aún despiertan en mí cierta emoción, soy incapaz de escuchar los últimos discos. Así que los encargados de cerrar el Low Festival para mí fueron Vetusta Morla, uno de mis grupos favoritos.
Vetusta Morla trajo al Low su último concierto del año, con el que afirmaban cerrar una etapa y retirarse a sus cuarteles de invierno personales durante un tiempo. Creo que ninguno de nosotros sabe muy bien qué significa exactamente eso, pero lo cierto es que Pucho y los demás no han parado desde que dieron su pequeño salto mortal con aquel primer Un día en el mundo, y se merecen un descanso.
No es esta la primera vez que veo un concierto de la gira La Deriva, así que, pese a que el setlist no vaya a ser una sorpresa, sí que se aprecian cambios en los temas. Vetusta Morla abre con ‘Pequeño desastre animal’, echando la vista atrás y cautivando a los fans más incondicionales. Los temas de su último disco, La Deriva, suenan sólidos a la vez que emotivos. Los de Tres Cantos conjugan temas de sus tres discos jugando con los contrastes. Nos rompen el corazón con ‘Cuarteles de Invierno’ o ‘Copenhague’, para luego subir toda nuestra energía con la potencia de temas como ‘El hombre del saco’ o una apoteósica ‘La cuadratura del círculo’. Demuestran que no han perdido su esencia pese a su fama, siguen dando conciertos que dejan sin habla e innovando en sus canciones. La potencia del bajo, los arreglos entre los dos guitarristas, la diversa percusión de sus temas y la peculiar voz de Pucho siguen siendo razones para verles una y otra vez.
Con el cierre con ‘Los días raros’ llega la magia tras el caos de ‘La cuadratura del círculo’. El silencio se adueña del recinto del escenario principal y todos miramos expectantes hacia el frente, el delicado tema de Mapas embelesa al público, que no contiene los aplausos y levanta las manos dejándose empapar de los sonidos de Vetusta Morla. Esperamos que esa retirada a sus cuarteles de invierno no se nos haga muy larga.
Finaliza así mi Low Festival 2016, un festival caracterizado por el buen ambiente, el calor, los rascacielos, el césped y las gradas en los escenarios, y un cartel lleno de propuestas muy diversas pero todas con un hilo conductor que hace que peguen unas con otras y el conjunto no desentone aunque no sepas muy bien por qué. Un festival que tener en cuenta en la ruta festivalera de la península y que cada año no deja de crecer y de sorprender.