Hace más de una semana que tuvo lugar el Low Festival 2018 en la ciudad de Benidorm, un evento que se ha convertido en una de nuestras citas imprescindibles del verano. A lo largo de esta semana os vamos a ir dejando nuestras impresiones sobre el que fue el 10º aniversario del festival.
Tras una calurosa llegada al camping y un apresurado asentamiento, nos dispusimos a comprobar el ambiente de la jornada inaugural. Conforme avanzamos por el paseo marítimo de la ciudad alicantina nos percatamos de que el plato fuerte de la noche había comenzado, definitivamente el tempranero horario de Joe Crepúsculo fue una decepción.
A pesar de llegar a mitad del espectáculo, constatamos la capacidad del barcelonés para generar y liderar verbenas allá por donde pasa. Como si de un poder sobrenatural se tratase, todo lo que toca se convierte en ritmo y dinamismo. Porque dentro de su extensa discografía todos guardamos con gran devoción nuestra propia “canción del verano, canción de nuestra vida”. Esa nostalgia y sentimentalismo en combinación con las cadencias explosivas de “Mi fábrica de baile” o “Pisciburguer” forjan su esencia musical, a priori ruda o facilona pero cargada de gran calado emocional. Personalmente, el momento cumbre fue cuando un son industrial presumía el comienzo de “La verdad”, imposible permanecer inmóvil ante tal chabacana amalgama de ruidos y repiqueteos.
A continuación esperaban los belgas Vive La Fete. Con una puesta en escena titubeante,
el transcurso de los minutos ganaron en solvencia y aceptación de los allí presentes. Su
sonido basculante entre el synthpop y la electrónica con ese tinte hortera que fomenta la
desinhibición. Un agradable concierto, sin épica pero con garantías. Por último, los dj´s
culminaron la noche con una secuencia de clásicos atemporales los cuales tuvieron una
gran acogida popular.

El grueso del Low Festival empezó al día siguiente, el viernes día 26, a primera hora de la tarde. Directamente desde tierras norteñas, el grupo Melenas fueron las encargadas de abrir el escenario Jagermusic, que sería nuestro hogar casi durante toda la jornada. Las pamplonicas tienen una única referencia discográfica, su disco homónimo, del cual nos interpretaron a la perfección temas como ‘Tú me haces lo mismo’, ‘Mentiras&’ o ‘Cartel de neón’, dejando claro que si algo no les falta es actitud sobre el escenario. Sin duda, ese es el complemento idóneo para su garage pop, con lo que consiguieron dejar en un segundo plano algunos detalles como lo amateur de su baterista.
Tras el concierto del grupo de Navarra, decidimos reconocer el terreno y observar como Joana Serrat daba un concierto peligrosamente minimalista, aunque sin duda, su acompañamiento con una destacable banda con músicos como Pau Vallvé es un gran acierto para mantenerse en esa fina e interesante linea entre la potencia y el minimalismo. Tras ella, abría el escenario grande Christina Rosenvinge, de quien aún no nos explicamos tanta repercusión, pues más allá (y de nuevo) de acompañarse de una banda potente y virtuosa, la madrileña no suponía ningún atractivo, principalmente por su discutible voz. Tras eso, decidí volver a donde sucede la magia, a ver que nos deparaba de nuevo el escenario Jagermusic. Los valencianos Old Cherry Pie presentaron un set a medio camino entre el folk y el grunge que aún no sabemos cómo calificar. Sin duda, una propuesta, cuanto menos, novedosa.
Aprovechamos para coger fuerza para lo que se nos vendría encima al rato: ante la pérdida del avión por parte de Mujeres, La Plata se vió obligado a adelantar su concierto y reemplazar al trío. Los valencianos estuvieron a la altura de las expectativas, a pesar del inesperado cambio de hora, desplegaron todas las cualidades que les han llevado a convertirse en uno de los grupos más codiciados del momento. No faltó potencia, rabia ni desprecio en “Esta Ciudad”. Tampoco se obviaron la dinámica ascendente ni la resignación que impregnan a “Me Voy”. Como no podía ser de otra forma, “Un atasco” fue un clamor. El primer single y buque insignia de la banda desencadenó el frenesí que se materializó en el pogo de mayores dimensiones. En definitiva, los continuos cambios de intensidad y su extraña armonía actuaron como un afilado puñal durante toda la actuación, como quedó reflejado en “Miedo”.

El hecho de asistir a La Plata únicamente nos permitió disfrutar de aproximadamente veinte minutos de Iván Ferreiro, ¡pero qué veinte minutos! Llegamos en el momento de éxtasis general, con el inicio de “Turnedo” reverberó una exclamación al unísono, uno de esos momentos en los que la repetición no disminuye la emoción. “El equilibrio es imposible”, “El dormilón” y “Como conocí a vuestra madre” proporcionaron el contraste entre la melancólica época Piratas y su repertorio más actual.
Tras el derroche de rabia en los catalanes, el escenario Matusalem congregaba al grueso del público para ver a uno de los platos fuertes del festival y del día: León Benavente. Sin ser el grupo de Abraham Boba santo de mi devoción (al menos tras una serie de directos bastante planos), en el Low Festival hubo una tregua/reconciliación. Sin destacar por un set muy novedoso (la última referencia, el EP ‘En la Selva’ tiene ya año y medio), comenzar con ‘Tipo D’ y ‘La Ribera’ es empezar el concierto por todo lo alto. Con la garra que realmente siempre les ha caracterizado, nos escupieron temas como ‘La vida herrando’, aquel primer hit que fue ‘Ánimo Valiente’ y su última gran canción: ‘Gloria’, que sería la última que veríamos, pues la llamada Jagermusic volvía a congregarnos en ese pequeño escenario.
La llamada venía a mitad de camino entre Murcia y Valencia: la psicodelia de Alien Tango ya estaba preparada, pese a las amenazas con «hacer un Massive Attack» (término que habría que estudiar incorporarla al argot festivalero) ante el cruce de sonido con el concierto anteriormente relatado. Más allá de eso, el concierto de los valencianos quedó en poco más que los grandes hits ‘Honey’ o ‘Sexy Time’: tal vez por su juventud, la excesiva pose de los integrantes del grupo acababa por hacer tedioso la sucesión de temas, con transiciones inexistentes y basadas en soltar una serie de comentarios inconexos y sin sentido. Lo musical lo tienen (y de sobra), pero la actitud, de momento, les falla.
Aunque fuera la mitad del set (y tampoco hasta su final), nos acercamos al gran nombre del festival: los franceses Phoenix. Sin llegar a meternos de lleno en el concierto, lo primero y más llamativo del show fueron unos visuales muy cuidados, que dejaron a todo el festival con la boca abierta. Pudimos disfrutar de la perfecta ejecución de temas como ‘Lisztomania’ o ‘Trying to be cool’, y aunque en cierto momento el concierto pudo hacer aguas por apostar excesivamente por canciones de su último y discutible disco ‘Ti amo’, el cierre con ‘1901’ confirmó lo que ya sabíamos: un concierto de Phoenix es sinónimo de un directo y un show de altísimo nivel.
Y vuelta al escenario Jagermusic. Como si de un imán se tratase, un número remarcable de gente acudiría a ver a los catalanes Mujeres, que finalmente consiguieron llegar tras el percance comentado. Ya es sabido que el trío catalán es, seguramente, el máximo exponente del garage de nuestro país. Presentaban su último trabajo, ‘Un sentimiento importante’, íntegramente en castellano, y con el cual comenzarían el set, pero en rasgos generales, el concierto estuvo marcado por la sucesión de hits que sus 10 años de vida nos han dejado. ‘Aquellos ojos’,’Salvaje’, ‘Vivir sin ti’, y ese largo etcétera que culminaría con ese clásico de moda en el garage y el punk: la pionera ‘Demoler’ de los Saicos, que nos haría echar lo poco que nos quedaba tras el pogo continuo que se formó en el escenario Jagermusic.

Con poco tiempo para reponernos, otro directo de altísimo nivel nos esperaba en el escenario Matusalem. Los vascos Belako presentaban el oscuro ‘Render Me Numb, Trival Violence’, aunque comenzarían su set con ‘Nomad’ y ‘Fire Alarm’, contenidas en su anterior trabajo. Pese al handicap de no haber escuchado en condiciones su último trabajo (el más denso hasta la fecha), el cuarteto sin duda sabe lo que es presentar un directo enérgico y bien ejecutado, razón por la que temas como ‘Over the edge’ o ‘Lungs’ sonaron como si siempre hubieran estado ahí. Nos iríamos al camping exhaustos y con una tarea pendiente: devorar una y otra vez el último trabajo del grupo natural de Mungi, Bizkaia.