Conciertos, Crónicas

¿La Plata? Sí, por supuesto

El pasado viernes 8 de febrero me acerqué a la REM a ver a La Plata. Reconozco que fui al concierto por salir un viernes por la noche y hacer algo con un amigo. He de admitir que conocí a La Plata en el pasado Warm Up y admito también que fui al concierto del sábado para comprobar si lo que vi en ese Warm Up era sólido o fue fruto del pad thai de la cena y la necesidad que tenía ese fin de semana de mayo de ver algo esperanzador. Aclaradas estas premisas, confieso también que la puesta en escena de los valencianos supera con creces todas las expectativas que había puestas en ellos.

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Sobre el escenario se les ve confiados pero cautelosos, como si fueran plenamente conscientes que, si juegan bien sus cartas, sus canciones pueden tener un efecto demoledor (metafórica y casi literalmente) en la sala. Son buenos con su instrumento (las líneas de bajo de La Plata deberían reivindicarse mucho más a menudo) y sobre el escenario tienen esa mezcla de buen rollo y concentración que hace que un concierto vaya rodado.

Los que conozcáis la REM sabréis que hay una columna disfrazada de ascensor desafortunadamente colocada en el centro de la pista. Tomando esto como punto de referencia, desde dicho ascensor hacia delante el público de la sala (bastante abundante y heterogéneo) se transformó en un remolino, por decirlo sutilmente, durante casi la totalidad del concierto. “Fracaso”, “Tu cama” o “Miedo” hicieron que saltara por los aires toda la energía y la expectación acumuladas en las dos horas previas, lo cual había sido obra de Sierra y Airon Jazz Quartet Band Trio.

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Semejante exaltación tuvo descanso únicamente en dos ocasiones. La primera de ellas, cuando soltaron “Me voy”, que fue otro punto álgido pero esta vez no de rabia, sino de sentimiento. Entre el público, los mismos que hace 3 minutos saltaban unos contra otros, ahora gritaban que se iban y que lo sentían con un nudo en la garganta.

El otro remanso de paz del concierto ocurrió cuando La Plata decidieron regalarnos un buen compendio de temas nuevos. Tras la valiente propuesta de abrir el setlist con una canción aún desconocida pudimos escuchar varias de estas novedades a lo largo de la noche, momentos en los que los espectadores nos dedicamos a mirar atentamente hacia el escenario tratando de retener todo lo posible, para intentar así adivinar por dónde irán los tiros de los valencianos en su próximo trabajo. Por el momento, he de decir que lo que pudimos escuchar en la REM hace unos días sonaba muy bien. Según parece, todo apunta a que en abril tendremos nuevo álbum.

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El pasado viernes vimos un directo de esos que borran todas aquellas cosas que se han convertido en rutina, todo aquello que tienes tan interiorizado que ya no eres consciente de que te llena de hastío y aburrimiento. El de La Plata es un directo de los que hay que ver cuando necesitas acabar bien una semana mediocre, que su explosión se lleve todo lo que te ha desesperado durante estos últimos días, semanas o meses.

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Crónicas, Festivales, Noticias

El Dios del clima no estuvo de nuestra parte para la última edición del B-Side

Llevábamos un par de días viendo con insistencia el pronóstico del tiempo para el sábado. Y aunque se anunciaban lluvias por la mañana, la segunda mitad del día era esperanzadora. Sólo quedaba “rezar a nuestro dios del clima”, en palabras de Stanich, y esperar. En ese punto nos encontramos, ”madrugando” (todo horario es relativo) para inaugurar una nueva edición del festival emblema de Molina de Segura. Una cita obligada todos los años cuando el verano ya no hace otra cosa sino agonizar.

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Rufus T. Firefly por Lola López

Fuimos al llegar de los primeros y escasos integrantes de un público que iría creciendo en número hasta ser finalmente bastante nutrido, en frente de un escenario donde los miembros de Rufus T. Firefly tomaban posiciones, muy cerca unos de otros, casi como una familia que hace piña. Los potentes sintetizadores de Tsukamori dan en ese momento el pistoletazo de salida, y tras ella, una impecable Pulp Fiction consolida un sonido compacto, impulsado a golpe de baqueta por Julia, que llena el escenario con sus redobles y bombo. Demogorgon, Loto, y Final Fantasy, tres canciones pertenecientes a su último álbum vendrán después, y en ese momento se nota que quizá les falte un poco de la personalidad y fuerza que impregna cada una de las canciones del ya celebérrimo Magnolia. Al final de la última de las tres, nuestros peores augurios se hacen realidad y comienza a chispear cada vez con más fuerza, hasta que tras un intento fallido de empezar Pompeya, la banda se ve obligada a retirarse, y nosotros a buscar cobijo donde podemos. Me pregunto, aunque desde la ignorancia, si no hubiera sido posible haber contado con algo más de previsión por parte del festival (todos mirábamos a la parte superior del escenario buscando algún tipo de lona que hubiera detenido una lluvia que no fue muy intensa). Sea como fuere, la nube negra acaba por avanzar y el concierto se reanuda, pero sólo habrá tiempo para un tema más. Víctor nos promete que valdrá la pena y, en efecto, la intensidad de Río Wolf hace que nos quedemos con ganas de Rufus para rato.

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L.A. por Lola López

La lluvia ya no sería un problema durante el resto del festival, y L.A. salen a escena para dar un concierto correcto, agradable, pero en mi opinión algo descafeinado. Suenan acordes precisos pero quizá un poco simplones en Perfect Combination y Living by the Ocean. En palabras de mi socio, RTP: “me siento como un prepúber estadounidense con mi pibita en un concierto”, mientras suenan Rebel y Hands. Sí es verdad que Older y Crystal Clear animan más lo que parece un público a veces distraído. Acaba finalmente un concierto que hacia el final se me ha hecho un poco largo.

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Ángel Stanich por Lola López

No pasó mucho hasta que vimos una mata de pelo y una poblada barba sostenidas por dos escuálidas piernas salir al escenario. No era otro que Ángel Stanich, el “ermitaño del rock”, que dio comienzo a su actuación con una interpretación de Un Día Épico. Al empezar, cabe mencionar que los huecos en el sonido de la banda (por el simple hecho de que no pudieron probar sonido por la lluvia) fueron quizá los protagonistas. Tras bordar el papel, eso sí, de maestro de ceremonias, con Señor Tosco el sonido sufrió un salto cualitativo para bien y no hizo nada sino mejorar desde aquello. Una sugerente, sinuosa y provocadora Hula Hula nos hizo bailar bajo capas de sonido claras como el agua para dejarnos llevar a merced de lo que es ya un solemne himno contemporáneo como es Carbura. Flotamos y nos quedamos embelesados con la solidez de la interpretación de la genial banda que acompaña al barbudo, con partes instrumentales animadísimas antes y después de cada tema. Coreamos entonces a viva voz el estribillo de la genial y carismática Escupe Fuego. Y de repente, como un escopetazo, Stanich nos dispara a quemarropa unas frenéticas Metralleta Joe y Mátame Camión para dejarnos sin aliento y terminar uno de los mejores conciertos que he podido escuchar del “ermitaño”.

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León Benavente por Lola López

Poco después, los gruesos sintetizadores de Tipo D anunciaron cual alarma la llegada de León Benavente, el veterano cuarteto que encabezaba el cartel de la edición. Y al igual que en el concierto anterior, los petardazos y un sonido pobre al comienzo del concierto estuvieron presentes. Sin embargo, el carisma del frontman y su energía minimizaron cualquier inconveniente que pudiera haber, para hacernos mover las caderas con California y zambullirnos de lleno en las oscuras y cristalinas aguas de La Ribera. Y es que Boba se mueve sobre sus botas de tacón durante todo el concierto de manera provocativa, atemporal, con una mano en la cintura mientras golpea las baquetas en un cencerro como si su vida dependiese de ello, para dar un trago a la copa de vino tinto con la que a veces se le ve. El cuarteto deja claro su capacidad para ser elegantes como solo ellos saben en La Vida Errando y Ánimo Valiente, para dejar que Gloria nos estalle en las narices como un bofetón con la mano abierta. La recta final del concierto serían dos de los temas más enormes que uno pueda intentar digerir, como son Habitación 615  y la archiconocida Ser Brigada, en las que unos músicos curtidos nos dejan claro lo que son capaces de hacer, elevar un concierto al clímax sin poder respirar ni un segundo. No es ni de lejos la primera vez que puedo ver a los de Abraham Boba en directo, y espero seguir cruzándome un directo tan potente como este por mucho tiempo. Aunque reconozco que no estaría mal que fuese con un disco nuevo que poder escuchar de ellos.

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Belako por Lola López

Belako sería la última actuación que disfrutásemos en el polideportivo de Molina. Las expectativas estaban bien altas. El cuarteto vasco trae bajo el brazo su nuevo álbum Render Me Numb, Trivial Violence, lanzado hace unos cuantos meses, y queríamos poder escuchar las nuevas canciones en directo. Sin embargo, en mi opinión, fue un concierto algo atropellado, que a un servidor le dejaría un sabor agridulce al terminar. Se sumaron (una vez más) los fallos técnicos que han estado patentes toda la tarde y un setlist que no acababa de arrancar. Las canciones eran como un acelerón y una frenada en seco posterior, el concierto no pudo empezar a rodar en ningún momento. Pero sea como sea, las canciones suenan redondas en sí mismas. Con temas como Mum, Nomad y Off Your Shoes sabes perfectamente dónde estás, porque el sonido que escuchas solo puede sonar a Belako. Son capaces de crear una atmósfera tensa, vibrante, en la que cada uno de los músicos sabe perfectamente cuál es su papel para gestar un sonido afilado y animal. Mención especial las sensaciones que provocan las canciones del nuevo disco, tales como Maskenfreiheit (la cual suena especialmente siniestra), Lungs, Render Me Numb y Over the Edge, dedicando esta última a la lucha contra la violencia de género y los feminicidios. Porque la voz de Cris se eleva hacia el cielo con una fuerza inusitada, para contraer nuestros músculos piloerectores cuando las canciones llegan a su punto álgido (que es prácticamente toda la duración de la canción). La actuación del cuarteto vizcaíno pone fin a esta edición del B-Side Festival, el cual esperamos que siga trayendo a nombres tan interesantes como viene haciendo los últimos años.

Para ver más fotografías del festival, haz click aquí.

 

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(Crónica) Low Festival 2018: intensidad y pasión cierran la relajada jornada del domingo

Tras una primera jornada abrazando el underground del escenario Jagermusic y un sábado marcado por la veteranía de grupos nacionales, afrontábamos la última jornada del festival como la más relajada (algo realmente habitual en el festival). Pero aún así, nos encontramos con conciertos cargados de energía.

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Comenzamos la jornada, de nuevo, a primera hora. La razón la merecía, los norteamericanos Woods llegaban al Low Festival (con algo de retraso) a dar un concierto para fans, que no fueron pocos. Comenzaron con canciones de su último trabajo, publicado conjuntamente con Dungen bajo el nombre de ‘Myths 003’, pero no tardarían en ir dejando los primeros hits: ‘Sun City Creeps’, ‘Lost in a Crowd’, o la misteriosa ‘The Take’, que alargarían con un éxtasis instrumental final dejando clara que la esencia Woods es la combinación de folk americano con psicodelia pop. Y tras ello, el fin esperado con ‘Cali in a Cup’ y ‘Moving to the Left’.

Tras la joven banda de Brooklyn tocaba ver la ración de nostalgia que el Low Festival 2018 nos tenía preparado: el concierto conjunto entre Santiago Auserón (ex Radio Futura, también conocido por Juan Perro) y Sexy Sadie. Ideal para gente de la franja de edad más mayor del festival, a los más jóvenes nos hizo disfrutar de la misma manera, puesto que, además de vertebrar el concierto en una sucesión ininterrumpida de buenos temas como ‘Flor Negra’ o ‘A Scratch in my Skin’, pudimos disfrutar de grandes hits de la música española como ‘Escuela de calor’ (que vimos mientras entrábamos al escenario) o ‘Veneno en la piel’.

Tras la sesión de nostalgia tocaba el golferío de uno de los grupos fetiches de quien escribe estas líneas y de este blog: nuestros paisanos Perro trajeron al Low Festival su gira presentación de ‘Trópico Lumpen’, que ya pudimos disfrutar en la Sala REM pero que en esta ocasión nos proponía como novedad el poder disfrutar de unos audiovisuales que sin duda no dejarían indiferente a nadie. Comenzaron, por tanto, con una advertencia sobre ellos y con una sucesión de temas contenidos en ese último trabajo, como son ‘Por mi, lo que veáis’ o ‘Pickle Rick’. Siguieron caldeando el ambiente con temas más antiguos como ‘Ediciones Reptiliano’, ‘Camiseta’ o ‘Catán’ (una de las mejores canciones para quedarse afónico que se han escrito nunca) hasta llegar el punto de inflexión: la instrumental ‘Disco mascota’ marcó el acelerón de un concierto que, seguidamente, se convertiría para nosotros en un pogo constante, sobresaliendo, como es habitual, ese ‘Marlotina’ que acabó con un mensaje coreado y repetido por los más hooligans: «odio eterno al fútbol moderno» (y bueno, quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra, que se dice).

Tras el torbellino de Perro tocó coger fuerzas, razón por la cual decidimos tomarnos el resto de festival con tranquilidad. Comenzando por Niños Mutantes, quienes con temas como ‘Hermana mía’, ‘Pura vida’, el hit ‘Herrante’ o el cierre con ‘Todo va a cambiar’ dejaron claro que su indie pop, además de tener algo especial que les hace destacar por  encima de los grupos imperantes actualmente en los carteles de festivales, en estos 20 años se han mantenido fieles a lo que son, pese a todo, y mostrando que más vale ser que aparentar. Pese a que nos acercamos a disfrutar de la genial ejecución del concierto de Editors, el no ser seguidores de la banda sólo nos deja remarcar ‘Formaldehyde’ y la habitual sobriedad del grupo.

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Aunque a menudo se nos pueda olvidar, hay un grupo en nuestro país que es sinónimo de pasión sobre el escenario. Se trata de los burgaleses La Maravillosa Orquesta del Alcohol, que presentaba en el Low Festival 2018 su último disco: ‘Salvavida (de las balas perdidas).  Y con dos de los mejores  cortes de dicho disco comenzaron: ‘Una canción para no decir te quiero’ y ‘O naufragar’. Si algo es innegable de La MODA es la capacidad de transmitir la comentada pasión de su directo al público, y si en algo se constata claramente es en esa gran canción que es ‘PRMVR’ y la fuerza de sus versos en euskera o en los coros de ‘1932’. Sin la mejor opción fue la de cerrar el festival con la sucesión de temas que cerró el concierto del grupo natural de Burgos: desde el éxtasis de ‘Hay un fuego’, hasta el broche final con ‘Héroes del sábado’ sin dejar de lado la intepretación de ‘Nómadas’. 

 

 

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(Crónica) Low Festival 2018: Bendito imán el del escenario Jägermusic la primera jornada

Hace más de una semana que tuvo lugar el Low Festival 2018 en la ciudad de Benidorm, un evento que se ha convertido en una de nuestras citas imprescindibles del verano. A lo largo de esta semana os vamos a ir dejando nuestras impresiones sobre el que fue el 10º aniversario del festival.

Tras una calurosa llegada al camping y un apresurado asentamiento, nos dispusimos a comprobar el ambiente de la jornada inaugural. Conforme avanzamos por el paseo marítimo de la ciudad alicantina nos percatamos de que el plato fuerte de la noche había comenzado, definitivamente el tempranero horario de Joe Crepúsculo fue una decepción.

A pesar de llegar a mitad del espectáculo, constatamos la capacidad del barcelonés para generar y liderar verbenas allá por donde pasa. Como si de un poder sobrenatural se tratase, todo lo que toca se convierte en ritmo y dinamismo. Porque dentro de su extensa discografía todos guardamos con gran devoción nuestra propia “canción del verano, canción de nuestra vida”. Esa nostalgia y sentimentalismo en combinación con las cadencias explosivas de “Mi fábrica de baile” o “Pisciburguer” forjan su esencia musical, a priori ruda o facilona pero cargada de gran calado emocional. Personalmente, el momento cumbre fue cuando un son industrial presumía el comienzo de “La verdad”, imposible permanecer inmóvil ante tal chabacana amalgama de ruidos y repiqueteos.

A continuación esperaban los belgas Vive La Fete. Con una puesta en escena titubeante,
el transcurso de los minutos ganaron en solvencia y aceptación de los allí presentes. Su
sonido basculante entre el synthpop y la electrónica con ese tinte hortera que fomenta la
desinhibición. Un agradable concierto, sin épica pero con garantías. Por último, los dj´s
culminaron la noche con una secuencia de clásicos atemporales los cuales tuvieron una
gran acogida popular.

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El grueso del Low Festival empezó al día siguiente, el viernes día 26, a primera hora de la tarde. Directamente desde tierras norteñas, el grupo Melenas fueron las encargadas de abrir el escenario Jagermusic, que sería nuestro hogar casi durante toda la jornada. Las pamplonicas tienen una única referencia discográfica, su disco homónimo, del cual nos interpretaron a la perfección temas como ‘Tú me haces lo mismo’, ‘Mentiras&’ o ‘Cartel de neón’, dejando claro que si algo no les falta es actitud sobre el escenario. Sin duda, ese es el complemento idóneo para su garage pop, con lo que consiguieron dejar en un segundo plano algunos detalles como lo amateur de su baterista.

Tras el concierto del grupo de Navarra, decidimos reconocer el terreno y observar como Joana Serrat daba un concierto peligrosamente minimalista, aunque sin duda, su acompañamiento con una destacable banda con músicos como Pau Vallvé es un gran acierto para mantenerse en esa fina e interesante linea entre la potencia y el minimalismo. Tras ella, abría el escenario grande Christina Rosenvinge, de quien aún no nos explicamos tanta repercusión, pues más allá (y de nuevo) de acompañarse de una banda potente y virtuosa, la madrileña no suponía ningún atractivo, principalmente por su discutible voz. Tras eso, decidí volver a donde sucede la magia, a ver que nos deparaba de nuevo el escenario Jagermusic. Los valencianos Old Cherry Pie presentaron un set a medio camino entre el folk y el grunge que aún no sabemos cómo calificar. Sin duda, una propuesta, cuanto menos, novedosa.

Aprovechamos para coger fuerza para lo que se nos vendría encima al rato: ante la pérdida del avión por parte de Mujeres, La Plata se vió obligado a adelantar su concierto y reemplazar al trío. Los valencianos estuvieron a la altura de las expectativas, a pesar del inesperado cambio de hora, desplegaron todas las cualidades que les han llevado a convertirse en uno de los grupos más codiciados del momento. No faltó potencia, rabia ni desprecio en “Esta Ciudad”. Tampoco se obviaron la dinámica ascendente ni la resignación que impregnan a “Me Voy”. Como no podía ser de otra forma, “Un atasco” fue un clamor. El primer single y buque insignia de la banda desencadenó el frenesí que se materializó en el pogo de mayores dimensiones. En definitiva, los continuos cambios de intensidad y su extraña armonía actuaron como un afilado puñal durante toda la actuación, como quedó reflejado en “Miedo”.

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El hecho de asistir a La Plata únicamente nos permitió disfrutar de aproximadamente veinte minutos de Iván Ferreiro, ¡pero qué veinte minutos! Llegamos en el momento de éxtasis general, con el inicio de “Turnedo” reverberó una exclamación al unísono, uno de esos momentos en los que la repetición no disminuye la emoción. “El equilibrio es imposible”, “El dormilón” y “Como conocí a vuestra madre” proporcionaron el contraste entre la melancólica época Piratas y su repertorio más actual.

Tras el derroche de rabia en los catalanes, el escenario Matusalem congregaba al grueso del público para ver a uno de los platos fuertes del festival y del día: León Benavente. Sin ser el grupo de Abraham Boba santo de mi devoción (al menos tras una serie de directos bastante planos), en el Low Festival hubo una tregua/reconciliación. Sin destacar por un set muy novedoso (la última referencia, el EP ‘En la Selva’ tiene ya año y medio), comenzar con ‘Tipo D’ y ‘La Ribera’ es empezar el concierto por todo lo alto. Con la garra que realmente siempre les ha caracterizado, nos escupieron temas como ‘La vida herrando’, aquel primer hit que fue ‘Ánimo Valiente’ y su última gran canción: ‘Gloria’, que sería la última que veríamos, pues la llamada Jagermusic volvía a congregarnos en ese pequeño escenario.

La llamada venía a mitad de camino entre Murcia y Valencia: la psicodelia de Alien Tango ya estaba preparada, pese a las amenazas con «hacer un Massive Attack» (término que habría que estudiar incorporarla al argot festivalero) ante el cruce de sonido con el concierto anteriormente relatado. Más allá de eso, el concierto de los valencianos quedó en poco más que los grandes hits ‘Honey’ o ‘Sexy Time’: tal vez por su juventud, la excesiva pose de los integrantes del grupo acababa por hacer tedioso la sucesión de temas, con transiciones inexistentes y basadas en soltar una serie de comentarios inconexos y sin sentido. Lo musical lo tienen (y de sobra), pero la actitud, de momento, les falla.

Aunque fuera la mitad del set (y tampoco hasta su final), nos acercamos al gran nombre del festival: los franceses Phoenix. Sin llegar a meternos de lleno en el concierto, lo primero y más llamativo del show fueron unos visuales muy cuidados, que dejaron a todo el festival con la boca abierta. Pudimos disfrutar de la perfecta ejecución de temas como ‘Lisztomania’ o ‘Trying to be cool’, y aunque en cierto momento el concierto pudo hacer aguas por apostar excesivamente por canciones de su último y discutible disco ‘Ti amo’, el cierre con ‘1901’ confirmó lo que ya sabíamos: un concierto de Phoenix es sinónimo de un directo y un show de altísimo nivel. 

Y vuelta al escenario Jagermusic. Como si de un imán se tratase, un número remarcable de gente acudiría a ver a los catalanes Mujeres, que finalmente consiguieron llegar tras el percance comentado. Ya es sabido que el trío catalán es, seguramente, el máximo exponente del garage de nuestro país. Presentaban su último trabajo, ‘Un sentimiento importante’, íntegramente en castellano, y con el cual comenzarían el set, pero en rasgos generales, el concierto estuvo marcado por la sucesión de hits que sus 10 años de vida nos han dejado. ‘Aquellos ojos’,’Salvaje’, ‘Vivir sin ti’, y ese largo etcétera que culminaría con ese clásico de moda en el garage y el punk: la pionera ‘Demoler’ de los Saicos, que nos haría echar lo poco que nos quedaba tras el pogo continuo que se formó en el escenario Jagermusic.

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Con poco tiempo para reponernos, otro directo de altísimo nivel nos esperaba en el escenario Matusalem. Los vascos Belako presentaban el oscuro ‘Render Me Numb, Trival Violence’, aunque comenzarían su set con ‘Nomad’ y ‘Fire Alarm’, contenidas en su anterior trabajo. Pese al handicap de no haber escuchado en condiciones su último trabajo (el más denso hasta la fecha), el cuarteto sin duda sabe lo que es presentar un directo enérgico y bien ejecutado, razón por la que temas como ‘Over the edge’ o ‘Lungs’ sonaron como si siempre hubieran estado ahí. Nos iríamos al camping exhaustos y con una tarea pendiente: devorar una y otra vez el último trabajo del grupo natural de  Mungi, Bizkaia.

 

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10 años no son nada, o si no, que se lo digan a Mujeres.

El pasado viernes pudimos disfrutar de un trocito del Fuzzville en Murcia, así como de la celebración de los 10 años de la banda catalana Mujeres. La Yesería era el lugar escogido para el número justo y necesario de público disfrutáramos del ahora trío barcelonés, quien presentaba además su último álbum ‘Un sentimiento importante’ (Sonido Muchacho, 2017)

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Hablar de Mujeres es hablar de los reyes del garage español hoy por hoy, y los citados 10 años y 4 álbumes lo avalan. Como tal, hicieron propio la máxima de ser enérgicos y eléctricos desde el minuto 0, abriendo su concierto con ‘Vete con él’ (debilidad personal de su último trabajo) y ‘Siempre eterno’. Si bien su último LP es el único cantado enteramente en castellano, ya nos habían demostrado que el idioma patrio les sienta mejor si cabe que el anglosajón, con temas como ‘Salvaje’, contenido en ‘Soft Gems’, su trabajo de 2010. El soberbio punteo de guitarra de esta canción dejaría además claro que Mujeres no es la sencillez que en un primer momento podríamos pensar.

Posteriormente seguirían haciéndonos bailar principalmente con los distintos cortes de ‘Un sentimiento importante’ como Ciudades y Cicatrices así como con temas antiguos como la preciosa y demoledora ‘Vivir sin ti’, que es de esas canciones que todo fan de la banda lleva grabada a fuego en la mente.  Supongo que por afirmaciones como esta que, me consta, compartimos mas de uno y mas de dos de sus seguidores, el tema homónimo decidieron dedicárnoslo a nosotros, consiguiendo crear una conexión total a encarnada por nuestros bailes y el paseo del bajista, Pol, por una de las barras del escenario de la Yesería. Seguidamente recuperaron otro de los grandes temas de su carrera (¿el mejor? ¿el más aclamado? me atrevería a decir) la certera ‘Aquellos ojos’. La primera sorpresa de la noche vino en forma de versión, de una banda hermana: el trío interpretó, a la perfección, ‘No volveré’, de Kokoshca.

Tras retomar su etapa angloparlante, anunciaban el nunca deseado pero inminente final del concierto, para el cual convocaron al pueblo para elegir entre The Velvet Underground o Los Saicos. Ganaron los primeros, pero supongo que para el ADN de los catalanes es inevitable hacer caso (al menos completamente) a lo que el público quiera. Finalmente, sonaron ‘Run Run Run’ y la tan apropiada en estas tierras ‘Demolición’. Pero con el sonido Mujeres, y con el mismo objetivo que parecen tener desde hace 10 años, hacernos bailar.

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Musicalidad, calidad y energía en la fiesta Limbo Starr con Tachenko, Alborotador Gomasio y Camellos

Desde el día de la presentación del cartel del Microsonidos 2018, que esta semana llega a su fin, teníamos claro que la fecha del pasado viernes era de las más apetecible del ciclo de sonidos. El sello Limbo Starr nos traía en bloque a las que seguramente sean 3 de sus mejores bandas: unos ya veteranos Tachenko y dos grupos más jóvenes como son Alborotador Gomasio y los noveles Camellos. Ante un 12&Medio con una corta afluencia de público los 3 grupos presentaron sus temas de manera más que notable.

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El concierto comenzó con Tachenko, ahora en formato dúo y con un set acústico, algo que no era lo más idóneo para las altas horas de la noche que la organización había elegido para el comienzo del evento. Aún así, temas como Nuestra Especialidad o Amable no dejaron de engancharnos, en parte por la musicalidad y el juego de voces marca de la casa, que en este formato se ven sin duda potenciados por a delicadeza y la presencia del silencio necesario ante un set acústico.

Como si de una línea ascendente se tratara, los siguientes en subirse al escenario eran Alborotador Gomasio, con su sonido a medio camino entre el shoegaze y el dream pop. Servidor no podía estar más feliz, pues como bien puntualizaron, el pasado viernes fue la primera vez que el grupo pisaba y actuaba en Murcia. Comenzaron con esa melodía que poco a poco se va instalando dentro de sus oyentes como es «El final de la tarde», con el que también se abre ‘Luz y resistencia’, su último trabajo. Pero Alborotador Gomasio son energía, saturación y noise, por lo que no tardaron en soltar un primer fogonazo con «Parece que no pasa el tiempo» o sobre todo una de los últimos hits de la banda: «La reacción impotente» y ese pegadizo estribillo sobre la velocidad. También recuperarían temas de sus anteriores discos. El primero en caer, contenido en ‘Los excesos de los niños’ (2015) fue la popie «Espíritus helados», que vendría seguida de «En mi no hay calma» una perfecta y pegadiza canción de su primer trabajo que siempre nos recordará al que sería su homólogo americano, los neoyorquinos The Pains of Being Pure at Heart. Aunque nos doliera no poder disfrutar en directo de temas como «Contra el suelo», a los madrileños les tocaba promocionar su ‘Luz y resistencia’, razón por la cual echarían el resto con los temas que conforman dicho disco, que tocaron íntegramente exceptuando un corte. Sin duda, el cierre con el single «Agosto, bailando el caos» y su «Madrid nos va a enterrar» seguida de «Rodeados» dejó claro la calidad musical del cuarteto, atrapados en el underground ante la minusvaloración del gran público y parte de la prensa. 

Reticentes ante la tardía hora de su concierto pero con la misma actitud que desprenden sus letras y melodías, Camellos se subían al escenario y nos soltaban uno de sus temas más gamberros: «Ejecutivo estresado». Supieron trasladar al directo su ‘Embajadores’ (Limbo Starr 2017) de manera  ideal. Un disco de 15 canciones condensadas en menos de 40 minutos no podía ser sino un concierto lleno de fogonazos. Y eso fueron «Gilipollas», «Siempre Saludaba» o su último single «Avances», que condensa sin duda alguna el hipnotizante sonido de Camellos, basado en bajo y batería pesados que nos obligaron a bailar desde el minuto 1. Poco más que decir de un concierto que no fue sino divertido para todos los asistentes, incluido el grupo, que no pudo hacer frente a las tan cargadas copas que cambiaron por una camiseta. La rapidez y concisión de ‘Panto-Ha’ o la musicalidad de «Geografía» o «Puedes contar conmigo» es algo que hay que ver en directo para alegrar alma y cuerpo, así que no hubo duda: Murcia no sabe lo que se perdió en el 12&Medio, pese a poder pecar de linealidad, un concierto de Camellos es sinónimo de un buen rato. Ah!, y no podía faltar ese «Perro verde de Marea» de los madrileños: la genial «Becaria», (pre)cierre del concierto.

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Arropados por los pétalos de la magnolia

Tras despedirnos de la temporada grande de festivales, toca volver a las salas de conciertos. Nosotros lo hicimos el pasado 16 de septiembre en la Sala REM con una noche que encabezó Rufus T. Firefly, pero no sin antes escuchar a los grupos finalistas del concurso de bandas de la Sala Revólver, y es que ese era el motivo de la cita: el duelo final del concurso nos traía a la banda de Aranjuez como invitada especial en un evento que formaba parte de la 22ª edición del LemonPop (aunque nada ni nadie en sala parecía recordarlo).

Los primeros en pisar el escenario de la sala fueron The Nawers, que aportaron la nota alternativa entre las propuestas finalistas. Desde el primer acorde notamos que se ajustan a los cánones del rock alternativo más británico, gritando Arctic Monkeys tanto en estilo como en apariencia (a quienes confirman como una influencia notable en su estilo cuando introducen un par de riffs de la banda de Alex Turner a modo de guiños en sus canciones, como si nos hubieran leído la mente). Tiene mérito venir desde Mallorca para tocar media hora en Murcia, de modo que aprovechan bien su tiempo y consiguen sonar contundentes, con un toque grunge pero guitarras suaves. Sin embargo, si bien suenan agradables y compactos, ese sonido de mezcla de grupos alternativos hace que no consigan destacar del todo tampoco a ojos del jurado.

Vera Green son quienes les toman el relevo con un sonido radicalmente diferente al de sus predecesores. Si The Nawers tenían un estilo demasiado fácil de clasificar, con Vera Green nos pasa todo lo contrario: su mezcla de estilos, sonidos e incluso idiomas nos aturde. Sí que es cierto que suenan animados, frescos y originales, pero (y quizá es debido a nuestras preferencias musicales personales, quizá a que no sabemos apreciar como es debido la propuesta) su popurrí de estilos y elementos con base folk no termina de cuajar para nuestros oídos. Sin embargo, hemos de darles la enhorabuena ya que momentos después se proclamarían ganadores del concurso de bandas de la Sala Revólver.

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La última de las bandas que se disputaba la final era Cuervos. Tienen un buen sonido desde el primer momento, parecen ser los más curtidos sobre el escenario, al menos se desenvuelven bien y no parece que la situación les imponga el más mínimo nerviosismo. Son enérgicos y se ve desde lejos que viven lo que están tocando. Pese a ello, su rock en español de corte clásico, casi típico, no nos sorprende en especial. Suenan compactos, saben a la perfección lo que están haciendo, pero su similitud con muchos otros grupos del estilo hace que no nos enganche su directo; a ellos, sin embargo, les vale un segundo puesto en la clasificación del concurso.

Por fin, aunque con algo de retraso (más que esperado al ser una noche con tantas bandas circulando por el escenario de la REM), Rufus T. Firefly saltan a las tablas y montan su propio caos de guitarras, pedaleras, tapetes psicodélicos, cinta fosforita, sintetizadores y dragones mascota con la batería en primera línea de batalla: todo listo para desplegar su arsenal al completo. Fuimos tan ingenuos de pensar que, al tocar bajo el rótulo de «artista invitado» y empezar su directo pasada la una, el concierto de los de Aranjuez se nos quedaría en aperitivo y nada más lejos de la realdiad, quedamos más que saciados con la casi quincena de temas que dispararon al público. Hubo tiempo para recrearse en el bosque de su último largo, Magnolia, que interpretaron íntegro, abriendo el concierto con el apoteósico crescendo de Tsukamori y cérrandolo con la directa Río Wolf, que se hizo de rogar pero no falló en su empresa de conseguir que saliéramos de la REM con los oídos aún vibrantes.

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Por supuesto, entre los pétalos de la magnolia quedó espacio suficiente para echar la vista atrás y dar el gusto a los fans más longevos de la banda soltanado algunos temas de sus trabajos anteriores que sonaron espectaculares (como la potentísima Pompeya, que casi tira abajo al público y a la sala con cada golpe de caja, por no mencionar el ya himno que es Incendiosuicida, que se nos clavó en el corazón y nos anudó la garganta).

Rufus T. Firefly sonaron impecables y consiguieron sobreponerse a los fallos de sonido y al sueño que nos invadía por culpa de la hora, que no acompañaba a los ricos matices de sus temas. Una batería que tira de todo hacia delante desde el borde del escenario, un cantante que siente cada verso en todo el cuerpo y toca como si cada acorde fuera una descarga eléctrica, un bajo que teje el esqueleto y la base de las canciones, todo rodeado por el diálogo entre guitarras y sintetizadores que envuelve sus canciones y termina de conformar la atmósfera de su concierto, que nos recoge y nos sume de lleno en su red de pequeños pero nítidos y perfectos matices. Rufus T. Firefly fueron recibidos por una sala llena de gente ávida de música que les llenara y les elevara, de modo que salimos de la REM bien entrada la madrugada y llegamos a casa somnolientos flotando en los brazos-pétalos de la magnolia.

 

 

 

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BSide Festival: grandes actuaciones y mediocre organización en la clausura de la temporada estival

El pasado sábado 9 de Septiembre tuvo lugar en Molina de Segura la 13º edición del festival Bside, una edición que presentaba algunas modificaciones con respecto a entregas pasadas, entre las que destaca el cambio de escenario al campo de fútbol municipal de Molina, un recinto, a priori, con mayor capacidad y organización.

La jornada de conciertos para nosotros, que no pudimos asistir a los eventos matinales, comenzó en torno a las 19h con la actuación del dúo más irreverente del panorama. Cala Vento abrieron esta edición exhibiendo un derroche de potencia y descaro. Los catalanes consiguieron un sonido de gran solvencia y contundencia, acorde a lo que han venido mostrando en sus dos LPs. A pesar de la escasa afluencia de público, sus drásticos cambios de intensidad, su grito pelado, su nervio adolescente y su falta de complejos les permitieron cumplir sobradamente con las expectativas generadas y ofrecernos el mejor concierto del día. Realmente resulta difícil asimilar el hecho de que dos personas puedan llenar un escenario sin apenas moverse del sitio, también ayuda la presencia de los varios pares de estruendosos amplificadores que les flanqueaban durante su actuación. Excelente.

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Cala Vento (fotografía de Sergio Mercader)

La siguiente actuación correría a cargo de la banda liderada por Paco Román. Neuman, con componentes renovados, demostró su dilatada experiencia sobre las tablas con un concierto sobrio y correcto. En mi opinión, los murcianos exhibieron dentro de su repertorio, teniendo en cuenta que no son los reyes de la fiesta ni lo pretenden, una selección de sus temas más eléctricos y dinámicos con cadencias relativamente altas. Hay que destacar la interpretación de la jovial y espontánea “Doggy”, “Too pretty” con un soberbio y excitante solo de guitarra, o la sugerente “Sil fono” y su paulatino ascenso al firmamento.

Llegaba la hora del concierto, esta vez optamos por sumergirnos de lleno entre la multitud. Los “Payasos de la tele” sonaban segundos antes de la aparición de Jota y compañía. “Los Poetas”, así empezó la actuación. Nos temimos lo peor. Tras diez cargantes minutos de canción, la dinámica del concierto viró de forma drástica cuando Jota, entre tragos y caladas, comenzó a murmurar himnos imperecederos de la banda como “Santos que yo te pinté”, pasando de la apatía al éxtasis total con su resignado estribillo, o la travesía onírica en la que te sume “Corrientes circulares en el tiempo”. Todo complementado, con gran acierto, con temas del último trabajo de su discografía, como es el caso de “Islamabad”, “Espíritu olímpico” o “Hierro y Níquel”. Antes de la conclusión hubo tiempo para embarcarnos en la odisea interestelar hacia el Sol con “De viaje”. Sinceramente, pienso que lo mejor que se puede decir de una actuación de los granadinos es que conseguiste perderte en el bucle emocional y atemporal de recuerdos y sensaciones de toda índole que van asociados de forma inevitable a su música. Sensaciones que van desde la frustración a la certidumbre, desde la rabia y el rencor hasta el júbilo y el deseo, del desdén a la devoción. Y, en esta ocasión, logramos enredarnos en la espiral donde la opresión pectoral es tan tenaz que acaba transportándote a un estado de seminconsciencia mental así como de plenitud espiritual.

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Los Planetas (fotografía de Sergio Mercader)

Tras ello, decidimos satisfacer nuestro voraz apetito. Mas desconocíamos que para ello tendríamos que aguardar una cola perpetua, cuyo final no podíamos avistar pues parecía salir del recinto. La presencia de únicamente dos saturados foodtrucks para los miles de estómagos allí congregados contribuyó notablemente a su formación. Asimismo, la escena se repetía en el acceso a los aseos. Por lo que, entre cola y cola, obviamos el concierto de Monarchy. Los londinenses ofrecieron un pop electrónico de sintetizador y ritmos bailables, una propuesta poco rompedora aunque ciertamente efectiva.

A continuación, los omnipresentes Sidonie se disponían a ofrecer su particular show. Parecen haber encontrado el elixir de la eterna juventud (espiritual, al menos), pues resulta increíble la manera en que afrontan cada actuación, la viveza y el ímpetu que derrochan sobre el escenario, perfectamente ejemplificados en los continuos y extravagantes bailes de Marc Ros, “un cantante perdedor con mucha pose y poca voz”. Y es que su último disco parece confeccionado al detalle para este tipo de eventos, es realmente reconfortante y liberador escucharlo en directo, y así lo demostraron otra vez el pasado sábado con temas como “Siglo XX”, “Os queremos”, o “Carreteras infinitas” con dedicatoria especial a sus compañeros de Supersubmarina. A pesar de ello no se olvidaron de canciones de trabajos anteriores como “Sierra y Canadá” perteneciente al que, desde la opinión personal, es su disco más solvente y cuidado. Además, no podían faltar clásicos como “El Bosque”, “Nuestro baile del viernes” o “En mi garganta”, para acabar siendo un incendio sin control. Sin duda, son “el peor grupo del mundo” y les encanta.

Parece ser que una vez terminado el concierto de los barceloneses el técnico de sonido decidió que ya era hora de marcharse, pues lo ocurrido con el último grupo en discordia, Alien Tango, fue lamentable y frustrante, tanto para aquellos que habían aguantado hasta altas horas de la madrugada para escucharles, como para los propios integrantes del grupo, los cuales estuvieron a punto de abandonar el escenario resignados ante la imposibilidad de hacer sonar su teclado y varias caídas del sonido. Ante este panorama, decidimos dar por terminada la jornada, pues preferimos que nuestra primera vez con Alien Tango sea en unas condiciones sonoras adecuadas para poder dirimir cuál es su verdadero potencial.

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Low Festival Domingo 30 – ¿Para siempre?

Comenzamos el último día de festival con las expectativas bien altas. El primer concierto de la jornada era la actuación del colectivo de rap/trap Agorazein (AGZ para los amigos) bajo el sol abrasador del escenario Matusalem. Y pese a que quizá desentonaba un poco con la tónica general del festival, era un concierto que (casi) todos esperábamos ver. Pero la decepción cayó como un jarro de agua fría tan pronto como cruzamos la puerta del recinto y quedaron patentes los graves problemas técnicos con los que tuvo que lidiar el colectivo liderado por C Tangana. Al llegar finalmente al escenario descubrimos, a nuestro pesar, que apenas se oyen las bases de las canciones, y mucho menos los potentes bajos que las caracterizan. No exagero cuando afirmo que el volumen del público cantando los temas era mucho mayor que el de las voces (o el autotune) de los tres críos (en palabras de RTP) vestidos en chándal subidos ahí arriba. Los cuales, independientemente del sonido, olvidan más de una estrofa mientras cantan, o mientras C Tangana, a modo de maestro de ceremonias, intenta animar a un público totalmente venido abajo y arranca con Espabilao. Canto Superreservao, tema por el que siento especial predilección, escuchándome más a mí que a la música; es un quiero y no puedo. Con 100k Pasos parece que mejora algo el volumen, pero ya es demasiado tarde, y acaba el concierto dejándonos un amargo sabor de boca. Sólo puedo pensar que no era otro sino Nega quien estaba en la torre de sonido.

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Agorazein (foto oficial del Low Festival por Javier Rosa)

No nos quitamos el mal sabor de boca ni con el agua que proporciona la bendita fuente de la que dispone el festival, y decidimos no movernos del escenario Matusalem. Esta vez sí queríamos estar bien dentro del meollo. Acto seguido, Triángulo de Amor Bizarro hacen su aparición y comienza a sonar el pesado ritmo de Gallo Negro se Levanta. Casi he perdido la cuenta de las veces que he visto en directo a estos gallegos, pero he de decir que esta vez fue especial. De verdad que creo que no son conscientes del ruido y el caos (en el buen sentido, por supuesto) que arman aquí abajo. No podemos reprimirnos y nos zambullimos de lleno en la vorágine que se forma conforme aumenta la tensión en cada canción. Llega Amigos del Género Humano y todo acaba por explotar. Saltamos y chocamos como si un terremoto sacudiese el suelo de Benidorm, mientras no dejamos de corear a pleno pulmón el estribillo de Baila Sumeria. Acabamos sin un ápice de aliento en nuestros pulmones.

Una vez recuperados, dedicamos algo de tiempo a entonarnos antes de partir hacia el escenario principal. Mención especial a Charlie por las copas que pudimos disfrutar gracias a su bondad y misericordia. Las cuales hicieron, por otro lado, que la respuesta al eterno debate (¿meternos de lleno en el concierto o quedarnos algo fuera para bailar?) fuera contestado rápidamente: queremos bailar con Lori Meyers, como profetizó el frontman de Sidonie. Y empieza a sonar Planilandia, y nosotros empezamos a movernos al ritmo de los granadinos. Y Lori suenan impecables. Pero en mi opinión, falta algo. Pese a que traen consigo todo un espectáculo visual (con enormes pantallas LED) y su ejecución es brillante, no montan la fiesta que antaño habrían armado. Echo en falta un Noni totalmente desinhibido que jalee a las masas. A esto se suma el hecho de que las canciones del nuevo disco (Zona de Confort, Todo lo que dicen de ti) se prestan a tocarlas con mimo, cuidando los detalles, además de que la mayoría de ellas tiene un sabor baladero. Eso sí, cada arreglo es cuanto menos oportuno y pertinente, y el conjunto entero suena espectacular. De cualquier manera, coreamos sin pensarlo canciones que son ya himnos consagrados, como El Tiempo Pasará o ¿Ahá han vuelto?, sin olvidar Mi Realidad y Emborracharme, con la que el público acaba, cómo no, de enloquecer. A mí, por otra parte, se me ha pasado el ciego. Ponemos rumbo de nuevo al escenario Matusalem.

Es el último día, y se nota; el cansancio hace mella en nuestros pies. Y como no es la primera vez que vemos al genial Xoel López en directo (sin ir más lejos lo vimos en la pasada edición del Low), decidimos verlo alejados, sentados en el césped del escenario Matusalem. Para ello, tuvimos que sacrificar asistir al concierto de Geografies, de lo cual admitiré que me arrepiento. Pero he de reconocer que con Xoel siempre se pasa un buen rato, aunque no sea la hora más adecuada para un concierto así (en mi opinión, Xoel y AGZ deberían haberse intercambiado sus respectivos horarios). Sea como sea, el cantautor gallego sabe perfectamente dónde está y qué hora es. Y por ello su setlist estará repleto de canciones de Deluxe, como es el caso de Reconstrucción e Historia Universal, que permiten meter más caña que las canciones de sus dos discos en solitario. Y deja Tierra para el principio, porque por mucho que nos guste no es hora para una canción así. A partir de ahí, Xoel se adueñará del escenario, sin soltar su guitarra eléctrica más que para interpretar algunas joyas como son De Piedras y Arena Mojada y la preciosa Hombre de Ninguna Parte, que llena el escenario de ritmos y melodías tropicales. Aprovechamos para cenar y dar una vuelta, sin alejarnos mucho del escenario.

Y es que El Columpio Asesino eran los siguientes en subirse a él. Comienza una línea de bajo constante que no parará hasta que se bajen del mismo, como si fuese un latido que no cesa. “Arde Babel, arde Babel, arde Babel con sus torres de papel”. A partir de ahí somos testigos de cómo crece la tensión en cada uno de los temas. Se puede palpar en el ambiente, se puede cortar. Como si estuvieran pisando el acelerador en medio de una carretera desierta (con un perro reventado en el arcén), todas las canciones son un crescendo que no acaba de estallar. Suenan Perlas, y como si nos hubieran oído pedirla, empieza Ballenas Muertas en San Sebastián, que suena más oscura que nunca. Y los que están subidos en el escenario parece que están aguardando algo, como un cazador agazapado esperando a su presa. A veces me dan hasta miedo. Son los gritos y gemidos espontáneos que se oyen a veces, y esa línea de bajo que sigue sonando, incansable. Hasta que llega Toro, y la noche alcanza su clímax. “Te voy a hacer bailar toda la noche. Toda la noche.” Con este verdadero himno ponen fin a la escalada de tensión que ha sido su concierto, que ha sido más un thriller que otra cosa. Y con este concierto ponemos fin a nuestra segunda edición del Low, porque nuestros cuerpos necesitan un respiro. Decimos adiós a Benidorm una vez más, esperamos poder volver el año que viene.

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El Columpio Asesino (foto oficial del Low Festival por Liberto Peiró)

Una última mención especial a La Guardia por protegernos en las oscuras noches de camping.

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Low Festival Sábado 29 – Ping pong

Me consuelo diciéndome que la intención es lo que cuenta. Porque pese a que empezase a unas tempranas 19:30 en el escenario Matusalem, me hacía especial ilusión asistir al concierto de The New Raemon y McEnroe, aunque no fuese la primera vez que veía a Ramón Rodríguez y Ricardo León actuar conjuntamente. De cualquier manera, un retraso en el autobús que nos llevó del camping al festival nos hizo perdernos la mayor parte del concierto. “Ya se ha acabado nuestro disco”, escuchamos decir a Ramón nada más llegar. Lo que siguió a partir de aquí fueron temas de los dos músicos en solitario, con lo que pudimos disfrutar de temas mayúsculos como La Palma o Rugen las Flores, por parte de McEnroe, y Reina del Amazonas por parte de Ricardo, todas ellas versiones más intensas de lo normal. Bajo un sol no poco intenso, he de añadir.

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Sidonie (fotografía oficial del Low Festival por Javier Rosa)

Acto seguido ponemos rumbo al escenario principal (en el que por suerte predomina la sombra) para escuchar, en mi caso por primera vez, a Nada Surf. Y pese a no haberlos escuchado mucho (ni saberme mucho menos alguna letra), el simpático trío neoyorquino no deja a nadie fuera de su concierto. Hacen partícipe a todo el mundo en la mayor parte de las canciones, las cuales suenan potentes y sólidas, potenciadas por la actitud de cada uno de los miembros del grupo. Hasta el punto de que el bajista, que es español, traduzca en tiempo real algunas estrofas, y pidan ayuda al público para que elija qué tema tocar para cerrar el concierto (Popular), que se ha hecho entretenido hasta para alguien que no los ha escuchado prácticamente nada. Sin duda se merecen una escucha más en profundidad por mi parte.

Ya de nuevo en el escenario Matusalem (porque eso es lo que tiene el Low, a veces pareces ser una pelota de ping-pong entre escenarios) nos sentamos en el césped para escuchar vagamente y de lejos a Neuman (Paco Román), paisano por el que sentimos especial predilección. Y a pesar de todo, en mi opinión, al conjunto murciano le falta una potencia que sí tuvo en otro momento, que hace que el público a esa hora de la noche no acabe de conectar. Con la interminable (para bien o para mal) Sil Fono, volvemos a dejar atrás el escenario mediano para ponernos rumbo al escenario principal para el concierto de Sidonie.

Pero la mayor parte de la gente había tenido nuestra misma idea, y de repente nos vemos inmersos en la marea de gente que se suele formar cada vez que la gente se mueve en masa hacia el escenario Estrella Damm, efecto engrandecido por las escasas entradas al mismo. Así que decidimos nuevamente subirnos a las gradas (benditas sean) para contemplar el océano de cabezas que se acaba de llenar, así como el verdadero espectáculo que iba a organizar Sidonie momentos después, pues montaron la que podría ser considerada la fiesta del POP. En mayúsculas. Con Marc Ros como maestro de ceremonias, una banda que disfruta en el escenario y un público totalmente entregado, interpretan cada tema como si fuera una celebración (Os Queremos, Siglo XX, El Peor Grupo del Mundo) para alcanzar el pico de la catarsis con el que ya es todo un himno festivalero, Carreteras Infinitas. Cantamos y bailamos todos y cada uno de los temas, porque hacen de su fiesta ahí arriba la nuestra, sin dejar a nadie fuera, como en No Sé Dibujar un Perro, en donde sacan carteles con la letra de la canción. Finalmente, Estáis Aquí pone la guinda a un concierto que ha sido, solo de batería incluido, puro espectáculo.

Tras vagar sin rumbo buscando un merecido trozo de césped en el que descansar, y después de ver el escenario Matusalem (totalmente a reventar) con Viva Suecia subidos en él, volvemos al escenario principal para ver otra de las grandes citas del festival, ni más ni menos que Franz Ferdinand. Y en ese momento surge el eterno debate que nos perseguirá hasta el fin de nuestros días: ¿nos metemos en medio de la gente o nos quedamos más atrás para poder bailar a gusto?  Tras encontrar un buen sitio, empezamos a saltar nada más empezar a sonar la música. Y no dejamos de saltar hasta que terminó. Porque si alguien sabe hacer saltar a todo un festival son los de Glasgow. No You Girls, Michael, Love Illumination, nos hacen empapar toda la camiseta. “Yo no me vuelvo a meter en un concierto” oigo decir a RTP, totalmente cubierto en sudor. Pero eso es una buena señal, supongo, lo de sudar y quedarse afónico. Para terminar, con la archiconocida, archicoreada y architodo Take Me Out, pegamos unos últimos y enérgicos botes sincronizados con las miles de personas que estábamos allí, y decidimos abandonar el escenario sin que hubiera terminado aún el concierto. Es lo que pasa cuando no cierras tu setlist con tu mejor tema.

Y ping-pong. Estamos otra vez de vuelta en el escenario Matusalem para ver a Los Punsetes, esta vez con mucho más aire fresco que respirar y la posibilidad de coger una pulmonía de tan calados que íbamos. A pesar de que no es la primera vez que los vemos (RTP escribió una genial crónica de su paso por Murcia el pasado mayo), nunca dejará de sorprenderme, fascinarme e inquietarme a partes iguales la puesta en escena de Ariadna, que más que humana parece una estatua vestida con una alfombra persa. Las dos guitarras comienzan a rugir, en violento contraste con la melódica voz de la vocalista.  A RTP y a mí no nos gusta reprimirnos, y no hacemos sino darlo todo un tema tras otro, porque no es para menos. “El águila calva solo quiere estar muerta”. Se me pone la piel de gallina; la muerte en Los Punsetes no es sino un tema más del que hablar. “Esto es lo que pienso de tu puto grupo”, nos escupe Ariadna en la cara. Y nos gusta. Viva, joder, viva.

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Nada Surf (fotografía oficial del Low Festival por Javier Rosa)

Después de algo así, reconozco que no nos apetecía tocar a The Hives ni siquiera con un palo, así que decidimos descansar en una parcela de césped húmedo, mientras escuchamos a la multitud cantar Walk, Idiot, Walk. Y cuando llega la hora, volemos al Matusalem, esta vez para presenciar un espectáculo totalmente diferente. Son Delorean los que están ahí arriba, uno de las bandas que más ganas tenía de ver en el festival. Porque me parece que lo que hacen es elegante. Ni es electrónica, ni es indie, es algo sobrio y estético. Con la portada de Muzik, su último álbum, de fondo, interpretan sin apenas despeinarse la mayor parte de los temas del mismo, superando con creces mis expectativas sobre cómo iban a sonar en directo. Y te hacen nadar en el mar de figuras geométricas que evocan sus arpegios, y descansar sobre el colchón que son los bajos, mientras te envuelve la atmósfera que crea la voz principal. Son verdaderos expertos en construir ritmos. Suenan los temas del nuevo disco, así como Giro, de su último EP, y temas más antiguos y orgánicos como la genial Dheli, mientras no dejamos de movernos. Cuando acaba no podemos sino dar por concluida esta segunda e intensa jornada de festival.

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