Llevábamos un par de días viendo con insistencia el pronóstico del tiempo para el sábado. Y aunque se anunciaban lluvias por la mañana, la segunda mitad del día era esperanzadora. Sólo quedaba “rezar a nuestro dios del clima”, en palabras de Stanich, y esperar. En ese punto nos encontramos, ”madrugando” (todo horario es relativo) para inaugurar una nueva edición del festival emblema de Molina de Segura. Una cita obligada todos los años cuando el verano ya no hace otra cosa sino agonizar.

Rufus T. Firefly por Lola López
Fuimos al llegar de los primeros y escasos integrantes de un público que iría creciendo en número hasta ser finalmente bastante nutrido, en frente de un escenario donde los miembros de Rufus T. Firefly tomaban posiciones, muy cerca unos de otros, casi como una familia que hace piña. Los potentes sintetizadores de Tsukamori dan en ese momento el pistoletazo de salida, y tras ella, una impecable Pulp Fiction consolida un sonido compacto, impulsado a golpe de baqueta por Julia, que llena el escenario con sus redobles y bombo. Demogorgon, Loto, y Final Fantasy, tres canciones pertenecientes a su último álbum vendrán después, y en ese momento se nota que quizá les falte un poco de la personalidad y fuerza que impregna cada una de las canciones del ya celebérrimo Magnolia. Al final de la última de las tres, nuestros peores augurios se hacen realidad y comienza a chispear cada vez con más fuerza, hasta que tras un intento fallido de empezar Pompeya, la banda se ve obligada a retirarse, y nosotros a buscar cobijo donde podemos. Me pregunto, aunque desde la ignorancia, si no hubiera sido posible haber contado con algo más de previsión por parte del festival (todos mirábamos a la parte superior del escenario buscando algún tipo de lona que hubiera detenido una lluvia que no fue muy intensa). Sea como fuere, la nube negra acaba por avanzar y el concierto se reanuda, pero sólo habrá tiempo para un tema más. Víctor nos promete que valdrá la pena y, en efecto, la intensidad de Río Wolf hace que nos quedemos con ganas de Rufus para rato.

L.A. por Lola López
La lluvia ya no sería un problema durante el resto del festival, y L.A. salen a escena para dar un concierto correcto, agradable, pero en mi opinión algo descafeinado. Suenan acordes precisos pero quizá un poco simplones en Perfect Combination y Living by the Ocean. En palabras de mi socio, RTP: “me siento como un prepúber estadounidense con mi pibita en un concierto”, mientras suenan Rebel y Hands. Sí es verdad que Older y Crystal Clear animan más lo que parece un público a veces distraído. Acaba finalmente un concierto que hacia el final se me ha hecho un poco largo.

Ángel Stanich por Lola López
No pasó mucho hasta que vimos una mata de pelo y una poblada barba sostenidas por dos escuálidas piernas salir al escenario. No era otro que Ángel Stanich, el “ermitaño del rock”, que dio comienzo a su actuación con una interpretación de Un Día Épico. Al empezar, cabe mencionar que los huecos en el sonido de la banda (por el simple hecho de que no pudieron probar sonido por la lluvia) fueron quizá los protagonistas. Tras bordar el papel, eso sí, de maestro de ceremonias, con Señor Tosco el sonido sufrió un salto cualitativo para bien y no hizo nada sino mejorar desde aquello. Una sugerente, sinuosa y provocadora Hula Hula nos hizo bailar bajo capas de sonido claras como el agua para dejarnos llevar a merced de lo que es ya un solemne himno contemporáneo como es Carbura. Flotamos y nos quedamos embelesados con la solidez de la interpretación de la genial banda que acompaña al barbudo, con partes instrumentales animadísimas antes y después de cada tema. Coreamos entonces a viva voz el estribillo de la genial y carismática Escupe Fuego. Y de repente, como un escopetazo, Stanich nos dispara a quemarropa unas frenéticas Metralleta Joe y Mátame Camión para dejarnos sin aliento y terminar uno de los mejores conciertos que he podido escuchar del “ermitaño”.

León Benavente por Lola López
Poco después, los gruesos sintetizadores de Tipo D anunciaron cual alarma la llegada de León Benavente, el veterano cuarteto que encabezaba el cartel de la edición. Y al igual que en el concierto anterior, los petardazos y un sonido pobre al comienzo del concierto estuvieron presentes. Sin embargo, el carisma del frontman y su energía minimizaron cualquier inconveniente que pudiera haber, para hacernos mover las caderas con California y zambullirnos de lleno en las oscuras y cristalinas aguas de La Ribera. Y es que Boba se mueve sobre sus botas de tacón durante todo el concierto de manera provocativa, atemporal, con una mano en la cintura mientras golpea las baquetas en un cencerro como si su vida dependiese de ello, para dar un trago a la copa de vino tinto con la que a veces se le ve. El cuarteto deja claro su capacidad para ser elegantes como solo ellos saben en La Vida Errando y Ánimo Valiente, para dejar que Gloria nos estalle en las narices como un bofetón con la mano abierta. La recta final del concierto serían dos de los temas más enormes que uno pueda intentar digerir, como son Habitación 615 y la archiconocida Ser Brigada, en las que unos músicos curtidos nos dejan claro lo que son capaces de hacer, elevar un concierto al clímax sin poder respirar ni un segundo. No es ni de lejos la primera vez que puedo ver a los de Abraham Boba en directo, y espero seguir cruzándome un directo tan potente como este por mucho tiempo. Aunque reconozco que no estaría mal que fuese con un disco nuevo que poder escuchar de ellos.

Belako por Lola López
Belako sería la última actuación que disfrutásemos en el polideportivo de Molina. Las expectativas estaban bien altas. El cuarteto vasco trae bajo el brazo su nuevo álbum Render Me Numb, Trivial Violence, lanzado hace unos cuantos meses, y queríamos poder escuchar las nuevas canciones en directo. Sin embargo, en mi opinión, fue un concierto algo atropellado, que a un servidor le dejaría un sabor agridulce al terminar. Se sumaron (una vez más) los fallos técnicos que han estado patentes toda la tarde y un setlist que no acababa de arrancar. Las canciones eran como un acelerón y una frenada en seco posterior, el concierto no pudo empezar a rodar en ningún momento. Pero sea como sea, las canciones suenan redondas en sí mismas. Con temas como Mum, Nomad y Off Your Shoes sabes perfectamente dónde estás, porque el sonido que escuchas solo puede sonar a Belako. Son capaces de crear una atmósfera tensa, vibrante, en la que cada uno de los músicos sabe perfectamente cuál es su papel para gestar un sonido afilado y animal. Mención especial las sensaciones que provocan las canciones del nuevo disco, tales como Maskenfreiheit (la cual suena especialmente siniestra), Lungs, Render Me Numb y Over the Edge, dedicando esta última a la lucha contra la violencia de género y los feminicidios. Porque la voz de Cris se eleva hacia el cielo con una fuerza inusitada, para contraer nuestros músculos piloerectores cuando las canciones llegan a su punto álgido (que es prácticamente toda la duración de la canción). La actuación del cuarteto vizcaíno pone fin a esta edición del B-Side Festival, el cual esperamos que siga trayendo a nombres tan interesantes como viene haciendo los últimos años.
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